Dos mundos antagónicos

La prensa norteamericana ha recogido este fin de semana del 17 al 19 de abril de 2015, el conflicto que se está librando en Oriente Medio en contra de redes terroristas. Allí los países que han almacenado armamento americano con fines militares están ahora usándolo y piden más. Arabia Saudí, por ejemplo, está usando reactores de caza F-15 en la guerra de Yemen, mientras que los pilotos de los Emiratos Árabes Unidos están utilizando F-16s con el pretexto de bombardear Yemen y Siria. La venta de los llamados “Predator drones” a los Emiratos Árabes Unidos ha hecho que muchas naciones se pongan en estado de alerta ya que, si el acuerdo no sufre ninguna modificación, será la primera vez que este tipo de drones vayan a un país aliado de los Estados Unidos fuera de la OTAN.file000606840

La semana pasada, los aliados árabes que combaten al Estado Islámico –Arabia Saudí, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Jordania y Egipto- presentaron ante el Congreso de Estados Unidos una solicitud de mayor suministro de armamento. Pero Estados Unidos ha puesto muchas restricciones en los tipos de armas que el Ministerio de Defensa americano puede vender; principalmente para no superar la cantidad de armamento israelí, fiel aliado de los Estados Unidos. A tal efecto, el Congreso estadounidense promulgó una ley en 2008 que dictaba que todas las armas vendidas a los países de Oriente Medio deben ser evaluadas basándose en cómo pueden afectar la superioridad militar israelí. Pero a pesar de esta realidad, la administración de Obama se ha comprometido a permitir la venta de armas en los demás países del Golfo Pérsico.

El resultado de dichas acciones suponen un auge para la economía norteamericana. Pero también supone la posibilidad de la aparición de una peligrosa carrera de armamento en la región por lo que las alianzas entre dichas naciones han sido rápidamente rehechas.

file000896528927Arabia Saudí gastó más de ochenta mil millones de dólares en 2014 en armas –mucho más que Francia y Gran Bretaña-. Esta potencia se ha convertido en el cuarto país que más invierte en defensa. Por otro lugar, los Emiratos Árabes Unidos gastaron veintitrés mil millones de dólares el año pasado. Qatar, en 2014, firmó un pacto con el Pentágono por el que se comprometía a comprar helicópteros de ataque y sistemas de defensa de aire por once mil millones de dólares.

Los servicios secretos de inteligencia americanos consideran que los conflictos que tienen lugar en Oriente Medio podrían durar muchos años más, lo que supondría que estas potencias se conviertan en el mayor arsenal de armas que jamás posea Estados Unidos. Sin embargo, también varios analistas de los servicios de inteligencia de otros países afirman que esta situación podría cambiar. Rusia es el mayor proveedor de armas de Irán. La decisión del Presidente Putin de vender un sistema de defensa aéreo a Irán podría incrementar la demanda de F-35s por parte de los aliados de Estados Unidos del Golfo Pérsico.

Sin embargo, mientras en Estados Unidos una de las noticias más destacadas es el beneficio que el servicio de defensa puede obtener con la venta de las armas, en el Viejo Mundo todavía hay rastro de acciones sin ánimo de lucro. En esta última semana, la Guardia Costera italiana socorría a unos 11ooo inmigrantes en Sicilia. El día 18 de abril de 2015, el Papa Francisco I expresaba su agradecimiento a Italia por haber salvado de la muerte a los refugiados que atravesaban el mar Mediterráneo con el fin de escapar de su lugar de origen donde su nivel de vida era precario y solicitar asilo en un país democrático como bien puede ser Italia.

Quiénes piden auxilio a los países europeos son los que huyen de aquellos países que solicitan la compra de armas a Estados Unidos. Estos hechos son los que deberían protagonizar las portadas de los periódicos porque se trata de salvar vidas, y no usar las armas que realizan el efecto contrario.

Irene Abadía Lapieza

¿Cómo combatir la situación de emergencia planetaria?

Vivimos en un mundo capitalista y consumista en el que las personas hemos llegado a un punto en el que solamente nos preocupamos por tener dinero en el bolsillo (pero no en todos los bolsillos. No nos preocupamos por las personas que son explotadas en algunos países como en Sudáfrica, por ejemplo).

El problema empieza por el sistema que tenemos. Nuestro sistema forma parte de un juego; lo que necesitamos saber es cómo jugar bien, cosa que no estamos haciendo. Por esa razón, el sistema está roto y debemos cambiarlo. Las cosas que hoy en día tenemos recorren un largo sistema que consta de las siguientes etapas: extracción, producción, distribución, consumo, vertedero. Nuestro sistema interactúa con el mundo real, por lo que en él hay personas, las cuales tienen deberes y derechos (como el derecho a no ser explotadas o a no sufrir por la contaminación). Por esa razón, quien tiene una gran responsabilidad y podría solucionarlo si quisiese es el Gobierno. El deber del Gobierno es servir al pueblo. Sin embargo, en este proceso de servir a la nación, el Gobierno se encuentra con las grandes compañías, las cuales tienen un gran respaldo económico y social, por lo que el Gobierno acaba negociando con ellas para avanzar todos juntos en la misma dirección.

El agotamiento de los recursos naturales es uno de los más preocupantes problemas de la actual situación de emergencia planetaria, como se evidenció en la primera Cumbre de la Tierra organizada por Naciones Unidas en Río en 1992. Se explicó entonces que el consumo de algunos recursos clave superaba en un 25% las posibilidades de recuperación de la Tierra. Y cinco años después, en el Foro de Río + 5, se alertó sobre la aceleración del proceso, de forma que el consumo a escala planetaria superaba ya en un 33% a las posibilidades de recuperación. Nos enfrentamos a un grave problema de agotamiento de recursos esenciales.

Naturalmente, resulta difícil predecir con precisión cuánto tiempo podremos seguir disponiendo de petróleo, carbón o gas natural. La respuesta depende de las reservas estimadas y del ritmo de consumo mundial. Y ambas cosas están sujetas a variaciones: se siguen realizando prospecciones en busca de nuevos yacimientos e incluso se está volviendo a extraer petróleo de yacimientos que hace tiempo fueron abandonados como no rentables. Pero las tendencias son cada vez más claras y ni los más optimistas pueden ignorar que se trata de recursos fósiles no renovables, cuya extracción resulta cada vez más costosa, lo que se traduce en un encarecimiento progresivo del petróleo, que se ha disparado de forma alarmante tras la invasión de Irak.1024px-DPPA_Gas_Production_Platform_-_Morecambe_Bay,_off_Lancashire,_UK

En los últimos 100 años el planeta ha perdido casi la mitad de su superficie forestal. Y, como señalan informes de la FAO, la Tierra sigue perdiendo de forma neta cada año 11,2 millones de hectáreas de bosques vírgenes. Un informe del gobierno brasileño reconocía en 1999 que el 80% de la madera extraída de la Amazonía se obtenía sin permiso. Y las áreas taladas de bosque tropical en África corresponden a especies que tardan más de doscientos años en crecer.

Esta disminución de los bosques, particularmente grave en el caso de las selvas tropicales, no sólo incrementa el efecto invernadero, al reducirse la absorción del dióxido de carbono sino que, además, agrava el descenso de los recursos hídricos: a medida que la cubierta forestal mengua, aumenta lógicamente la escorrentía de la lluvia, lo que favorece las inundaciones, la erosión del suelo y reduce la cantidad que se filtra en la tierra para recargar los acuíferos.

Otro importante dato que hay que destacar es que no pagamos por las cosas que compramos. ¿Cómo es posible que podamos comprar una radio por menos de cinco dólares? La respuesta es fácil: externalizando los costes. El metal probablemente fuese extraído en Sudáfrica, el petróleo probablemente fuese extraído de Iraq, los plásticos probablemente fuesen producidos en China y probablemente todo fuese envasado en México. Entonces, ¿Quién pagó por todo? Las personas del llamado “tercer mundo” pagaron con la explotación de los recursos naturales de su lugar de origen, los niños que obtuvieron tales recursos con su futuro y su libertad, los trabajadores de fábrica con su salud. Con los precios bajos hacen que las personas compren más productos porque son más asequibles.

Debemos admitir que somos consumistas. El Gobierno es culpable. El 99% de las cosas que compramos es basura en seis meses. Después de la II Guerra Mundial, el Gobierno de cada país pensó cómo incrementar nuestra economía; el resultado fue incrementar la demanda de productos comprando más productos. Me da pena que el objetivo del Estado sea producir más bienes que se puedan consumir antes de que haya una reforma de la salud, justicia, educación, transporte seguro o sostenibilidad.

Nuestra felicidad emocional está decayendo. Tenemos más cosas, pero también menos tiempo. ¿Cómo es posible que nuestras actividades principales se hayan convertido en ver una pantalla e ir de compras? Por la influencia de los medios de comunicación. Vemos muchos anuncios que nos dicen: para ir a la moda debes llevar un estilo de ropa determinado. Así, nos estamos convirtiendo en hombres-masa; si no hacemos lo mismo que la masa, estamos fuera de la sociedad.

Las soluciones a la situación de emergencia planetaria existen y han sido apuntadas por los mismos expertos que han señalado los problemas (CMMAD, 1988; Mayor Zaragoza, 2000; Brown, 2004): se trata de poner en marcha, conjuntamente, medidas tecnológicas, cambios de comportamientos y estilos de vida y políticas.

Irene Abadía Lapieza